En diciembre de 1949, Mao Zedong viajó a Moscú para reunirse con Iósif Stalin. El líder de la nueva República Popular China, que había sido creada apenas unos meses antes, estaba ansioso por reunirse con su colega líder del proletariado mundial para celebrar tanto la victoria del comunismo en China como el 71 cumpleaños del premier soviético. Pero, para Stalin, Mao no era un igual. Los tiempos habían cambiado. Desde la perspectiva de... + Leer noticia completa
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