En 2018 estuve durante unos meses en Medio Oriente en un programa de enseñanza de inglés a niños de escasos recursos. En esa estadía conocí a uno de los historiadores y escritores que más me gustan hasta hoy: Antony Beevor. Y lo conocí gracias a un romance de aquella estancia en el desierto. Es que en enero de ese año había conocido a una joven nacida en Fráncfort del Meno llamada Charlotte, con quien al punto comenzamos a platicar... + Leer noticia completa
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