Andrés Gómez V. Hace días vi en las redes sociales un video de un grupo de personas que subió a una montaña a pedir a Dios que haga llover. Unos oraban con los ojos cerrados y algunos miraban al cielo donde no había ni una nube. En ese momento, imágenes de unos mineros auríferos danzaron en mi mente; hacían una fastuosa fiesta en honor a un santo, intermediario del mismo Dios, para rogarle que haga llover oro en los ríos de Bolivia y... + Leer noticia completa
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