Por aquel tiempo, una mujer de más de 80 años se encaramaba a las oficinas de derechos humanos de Bolivia, su motivo y razón, sazón de la libertad y amargura de la dictadura, no era otro más que evitar que el poder le quite lo que en derecho le correspondía. Pasaba que fiel a la usanza de los catorce años de imposición, se aplicaba aún la estrategia de crear dirigencias paralelas de todo tipo y color, con el único fin de controlarlo... + Leer noticia completa
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