Una tarde, en un pueblo pequeño donde todos se conocían, un grupo de jóvenes vio a anciana Rabiya buscando desesperadamente algo en el jardín frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana para ver si la podían ayudar Rabiya, ¿Qué le pasa? ¿Qué ha perdido? ¿Le podemos ayudar? -le preguntaron. La anciana con tono triste contestó – perdí mi aguja de oro… Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de repente uno de... + Leer noticia completa
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