Un día, el Sol, la Luna y el Viento fueron a comer con sus tíos el Trueno y el Relámpago. Su madre, una de las más brillantes estrellas del firmamento, esperaba sola su regreso. El Viento y el Sol eran muy glotones y se lo comieron todo, sin guardar nada para su madre. Pero la suave Luna no se olvidó de ella. De cada cosa que le servían guardaba un poco en las hermosas uñas de sus dedos, a fin de que la madre pudiera probar lo que ellos... + Leer noticia completa
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