Yo sólo era su vecina. El destino y la escasez de dinero habían hecho que a nuestras casas colindantes sólo las separe una fina pared, dejando traslucir hasta el más mínimo suspiro. Mi casa era mi refugio después de que murieron mis padres y heredé su hogar. ¡Que en paz descansen! Lo de la vida en pareja no era lo mío. No cabía en el molde y así me convertí en lo que las malas lenguas del barrio decían de mí, una solterona.... + Leer noticia completa
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