Descalzo y encorvado, Rubén Gutiérrez Escobar, de 63 años, hunde su azada en la tierra oscura de su huerta de maíz en Bella Vista, cerca de Cusco, a 3.500 metros de altitud en los Andes peruanos. No usa tractor ni fertilizantes, “solo sudor, trabajo y sacrificio”. “Lima se olvida olímpicamente de nosotros”, dice. Los disturbios que dejaron 48 muertos en Perú desde diciembre pasado son también reflejo de la enorme grieta que existe... + Leer noticia completa
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