El que leyó la brillante obra de Kafka “El Proceso”, de 1925, queda con ansiedad por el sombrío y tétrico mundo de una burocracia deshumanizante y represiva, de un mundo de poder sobre el que no tenemos control, ni acceso. Es ese mundo que oprime nuestra vida y libertad sin empatía alguna, sin posibilidad de defensa a pesar de que existe un aparato de justicia, pero desde luego, no justicia. Al terminar la lectura uno tiene la esperanza... + Leer noticia completa
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