De lejos, los botaderos de Quillacollo y Colcapirhua, en el valle bajo, parecen verdaderas montañas atravesadas por toneladas de plástico. Fuente: El olor nauseabundo del primer vertedero hace que el aire sea casi irrespirable al pasar por los lixiviados y los promontorios de desechos que descargan los camiones. Ambos botaderos o “rellenos” están muy cerca el uno del otro, están instalados en las afueras de sus urbes, en terrenos... + Leer noticia completa
Notibol es un agregador informático de noticias y no es responsable del contenido de los enlaces a los sitios externos que generan las noticias.
Acerca de Notibol | Contacto | Política de Privacidad | Descargo de Responsabilidad