Con la fuerza de un reestreno —Los Caudillos Bárbaros— de los clásicos del siglo XIX irrumpieron en la escena personajes grotescos que perturban la tranquilidad nacional. Con la voz altanera anuncian cartas de renuncia y decretos para que los firme el titular al que dicen no reconocer, ya que piensan tener la fuerza para imponérselo; su legitimidad viene de una multitud convocada, confundiendo un cabildo —ente deliberante— con una... + Leer noticia completa
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