Si algo está lleno de muertos vivientes en Bolivia es la política hidrocarburifera nacional, sin duda un escenario de terror colmado de trampas, sustos y compañías espeluznantes que dejarían chico a cualquier evento de Halloween. El principal fantasma es el de la nacionalización, muerta joven para dejar un lindo cadáver que agitar en tiempos de fervor nacionalista, pero que fue acuchillada por aquella negociación in extremis que rescató... + Leer noticia completa
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