La enfermera ucraniana Viktoria Obidina pasó cinco meses en cautiverio, obligada a beber agua no potable y soportando el hambre y los golpes. Pero lo que más la atormentaba era no saber qué sería de su hija de cuatro años. Nos traían agua de un lago, a veces tenía peces. En agosto, cuando el lago empezaba a florecer, el agua sabía a algas, cuenta Viktoria, que regresó a Ucrania a mediados de octubre gracias a un reciente intercambio de... + Leer noticia completa
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