Como si las altas tasas de violencia a la mujer fueran insuficientes, Bolivia se ha mostrado, a la luz de los últimos acontecimientos, como un país en el que cualquiera puede ser asesinado de la noche a la mañana. Pasó con los dos policías y el voluntario del Gacip ajusticiados en Porongo, santa Cruz, y después con un niño de corta edad a quien asesinó la pareja de su padre, en Llallagua, norte del Departamento de Potosí. Se trata de... + Leer noticia completa
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