Hubo un tiempo, el mismo durante el cual diputados y senadores se hacían llamar honorables, que los rectores de las Universidades recibían el título de magníficos y los Consejos Universitarios (órgano de gobierno de las casas de estudio) el de Ilustres. Que yo sepa, los delegados estudiantiles no tenían uno que los distinguiera. Tanto nombre retumbante y pretencioso ciertamente no mejoraba la calidad de las instituciones, ni las sustraía... + Leer noticia completa
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