La Jerusalén del Siglo I vivía la Pascua de forma peculiar; la calidad de ciudad cosmopolita hacía que sus calles se encontrasen llenas de gente, no solo de fieles devotos, sino también de comerciantes que provenían de distintas partes del mundo. La Pascua, de esta forma, no solo era una festividad religiosa típicamente judía, también se constituía en todo un acontecimiento social y comercial. La gente vendía y compraba las ofrendas... + Leer noticia completa
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