LAS CALLES DE LA CIUDAD. Qué lindas me parecían las calles de mi tierra!: rectas, limpias, alegres. En época de verano se cubrían de un verde tapiz tanto en veredas cuanto en calzadas, porque el empedrado de ambas era rudimentario, sin argamasa consistente; en las afueras o extramuros muchas calles no tenían ningún pavimento, por eso las hierbas crecían lozanamente dándoles un aspecto de campiña, un tanto abandonadas, pero aun así... + Leer noticia completa
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