Existió durante una época un jugador de damas tan perfecto que todos querían que les dieran clases. Se llamaba Qiu y era idolatrado en todos los reinos. Además de por ser tan buen jugador, por ser el mejor maestro. Qiu siempre contó a todos cuál es el pilar básico para conseguir ser tan bueno como él: – Yo tenía dos discípulos- solía contar Qiu- Los dos eran muy inteligentes. Los dos muy hábiles, con grandes reflejos y ambos con un... + Leer noticia completa
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