Los niños Gimar y Thiago son parte de los cientos de estudiantes en la ciudad, y miles en el país y el mundo, que se ven obligados a realizar peripecias para pasar clases virtuales, primero para costear el Internet y equipo, y segundo por evitar distracciones y sacar buenas notas. Desesperado por retomar las clases presenciales, Thiago acompaña cada día a su mamá en la venta de roscas y donas en plena esquina de la avenida Ayacucho y... + Leer noticia completa
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