Cuando se desató la pandemia de la COVID-19, que alteró nuestras vidas con largos y desacostumbrados encierros, pocos llegaron a imaginar que aislarse pudiera suponer una necesidad incluso en lugares tan remotos como el desierto, el espacio o la Antártida. Pero el virus se infiltró en el continente blanco y cambió también la rutina de miles de trabajadores, confinados y aislados en uno de los confines del planeta, donde la inmensidad y el... + Leer noticia completa
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