Recuerdo mi infancia, mi adolescencia y mi juventud como una época feliz. Vivía en Durban, Sudáfrica, junto a mis padres y hermana. Nuestra casa estaba a 25 kilómetros del instituto que creó mi abuelo, y es donde estudiábamos. Estábamos muy apartados del ajetreo de la ciudad, así que cada vez que nos acercábamos hasta allí, por cualquier motivo, disfrutábamos mucho. Tenía 16 años, y un día mi padre, Manilal, me pidió que le... + Leer noticia completa
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