Pasar hasta ocho horas parado, a veces bajo un sol abrasador, sin baño público ni agua para beber y, para colmo, con la tensión de poder regresar con el morral vacío. Son las colas, el calvario diario de los cubanos para abastecer sus despensas, acentuado por el covid. Casi estuve la noche entera para poder comprar. No es fácil este sacrificio tan grande para poder comer, declara a la AFP Edelvis Miranda, de 47 años, a la salida del... + Leer noticia completa
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