La natural indignación provocada al conocerse el último escándalo de corrupción en la administración pública cede ahora el paso a la desconfianza acerca del tratamiento que le darán las instancias judiciales correspondientes, y la casi certidumbre de que no habrá reparación del daño económico infligido al Estado por los ítems fantasma. Esa indignación resulta, en primera instancia, de la magnitud de la estafa perpetrada en el... + Leer noticia completa
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