Por: Eduardo Febbro / Las banderas del odio se mecen con la áspera virulencia de las palabras. El odio vende ideas y ha ido forjando la estructura de una suerte de movimiento político que llenó las democracias occidentales y sus satélites de agujeros negros y champiñones tóxicos. Racismo, cuestionamiento del Estado de Derecho, odio a la democracia, a sus instituciones y a sus cuerpos históricos de cuestionamiento del poder, es decir, la... + Leer noticia completa
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