Frase que supuestamente repetían los chapetones cuando las antorchas encendidas en Alto Lima, por las tropas de Túpac Katari y Bartolina Sisa, se divisaban desde Churubamba, en la sublevación indígena de 1781. Los indios salvajes venían a cortar cabezas, a violar a las mujeres blancas, incendiar la ciudad y comerse a los niños; con estas terroríficas amenazas los gobernadores y autoridades coloniales, azuzados por algunos curas,... + Leer noticia completa
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