Las nuevas élites de la oligarquía no han dejado el añejo y anacrónico corsee del fundamentalismo de mercado. El problema del mercado es su miopía hacia las esferas de la apropiación y la propiedad. Un mercado perfecto trabaja el equilibrio general sobre las dotaciones de los agentes; es decir, no se preocupa ni cuestiona el sistema de propiedad existente. Y ese, precisamente, es el punto neurálgico de la cuestión agraria: un sistema... + Leer noticia completa
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