¡Un robot! Un robot que lanzaba luces y funcionaba a pilas, fue el último regalo que recibí de mis padres en Navidad. Tenía trece años. Un tiempo después, ellos se separaron. Y todo cambió. Todo cambió, porque desde entonces pasé muchas navidades en mesas ajenas y créanme. Ninguna mesa navideña, por muy hermosa o cara que sea, jamás se iguala a la mesa donde hay una familia unida. Y una Navidad sin familia, pues… Una vez, creo que... + Leer noticia completa
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