“Tenía miedo de salir de ahí y también miedo de quedarme ahí. Me costó mucho, pero valió la pena”, cuenta Mariela, nombre ficticio, después de siete años de la última vez que sufrió violencia física de parte de su ex pareja.Además del vínculo afectivo, dice que una situación que la limitaba para poner freno a la agresión era que ella y sus hijos dependían económicamente de su atacante.Hoy ella se solventa sola, al igual que... + Leer noticia completa
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