Inauguraron una barbería en uno de los barrios nuevos. Nunca se había visto nada igual. Eran, al menos, diez barberos, que no paraban de cortar el pelo y afeitar la barba a una multitud. Mi abuelo nos llevó un día. No se cabía. Como en todas las barberías, había prensa deportiva sobada y tebeos del Sargento Gorila desencuadernados. Pero aquí, en mayor volumen. Los barberos no paraban, y se esforzaban por ofrecer a sus clientes lo mejor... + Leer noticia completa
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