El nómada tenía sed y el viaje por el desierto de Somalia era largo y agotador. Volviéndose a uno de sus amados dromedarios, Ali Abdi Elmi extrajo leche a una urna de madera y bebió un largo sorbo. Tengo cinco hijos y todos dependemos de la leche de dromedario para sobrevivir, cuenta Elmi, pasando el recipiente a uno de sus hijos, quien bebió también. Para muchos somalíes, el dromedario es un don de los dioses, fuente de leche y carne,... + Leer noticia completa
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