Duró más, mucho más de lo debido. En realidad nunca debió haber pasado. Que Mario Cronenbold, un personaje de dudosa reputación personal, abierto oportunismo político, y un insaciable y frívolo afán de figuración haya pasado 12 días siendo parte del cuerpo diplomático boliviano dice peor de la Cancillería nacional que lo designó, que de él mismo y lo que fue su corto periplo. En efecto, el desenlace no sorprendió a... + Leer noticia completa
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