En la capital potosina los pequeños callejones con luces amarillas y aire colonial son una invitación para caminar sin mirar el celular. Su gran déficit es que los restaurantes, cierran muy temprano y los centros de diversión son escasos y los pocos que hay están dirigidos a los adolescentes. Por lo que el grueso de la población con más poder adquisitivo queda al margen.Es llamativo cómo las casas de la época colonial permanecen... + Leer noticia completa
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