Otra vez se ha ido de Bolivia el cocalero Morales, dejando a su partido sin caudillo y al país sin dictador. Que no haya dictador es algo por lo que nadie tendría que reclamar, sino festejar, pero que no haya caudillo en el partido gobernante es más complicado. Si el otra vez fugado volviera cuando se le hayan pasado sus miedos quizá imponga a sus seguidores, comenzando por su títere que hace de presidente, un nuevo relato. No habría que... + Leer noticia completa
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