Vivimos tiempos de revelaciones en torno al manejo de la cosa pública. Y eso es bueno, porque sale a la luz lo que se mantenía oculto. Lo malo es que esas revelaciones ya se conocían desde hace tiempo por boca de los vilipendiados opinadores y, además, pecan de obvias, incluso dignas de Jacques de La Palice, un mariscal francés del Siglo XV a quien se le atribuye una serie de verdades de Perogrullo, como su epitafio: Aquí... + Leer noticia completa
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