Por Brissa Pabón“Era un escenario tenebroso, sólo se veían troncos negros de árboles convertidos en cadáveres. Alumbraba con mi linterna y podía ver nidos colgando y animales muertos. Todo olía a muerte, era un bosque convertido en desierto, un lugar que albergaba tanta vida hecho cenizas. Esa primera experiencia me cambió la vida”. Así recuerda Anahí Paravicini la primera noche que entró a un bosque de la Chiquitania devastado... + Leer noticia completa
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