No existen los hechos. La verdad tampoco. Sólo hay interpretaciones. Unas antojadizas, otras perversas. De hecho, toda la vida que transcurre en nuestras sociedades actuales, la hace bajo el reinado de la inmensa acumulación de espectáculos. Asistimos a una sociedad fundamentalmente espectacularista, donde la imagen de la economía prima y el espectáculo no quiere llegar a ninguna otra cosa que a sí mismo. La distracción es el resultado de... + Leer noticia completa
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