Ay compadre. Permítanme kaikearme en su amable hombro. Va disculpar la moqueada. Pero le cuento que estoy más yesca que el chavo del ocho con barril hipotecado. En estos días patrios permítame que le cante mis penas financieras. Le cuento que estoy muy tentado de volver a los brazos de una percanta, buenona y platuda, que en el pasado, me ha dejado el corazón como anticucho: el FMI. Como usted sabe, yo acumulé unos ahorritos entre el 2006... + Leer noticia completa
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