Como torrente de aguas turbias, brota la soberbia política, difundiéndose como un cuento chino la versión de un “golpe de Estado”. Con antipática insistencia, “golpe, golpe de Estado” repite cualquier hijo de vecino. Por tan inadecuado discurso, no se descarta la ostentosa presencia y sello de Evo Morales, guiando detrás del trono, haciendo que funcione la maquinita de la pérfida venganza, tan infructuosa que solo daña el... + Leer noticia completa
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