Entre 1975 y 1978 el destino jugó sus cartas en favor de la paz en el cono sur de Sudamérica en dos oportunidades. Las cuentas regresivas para que se diesen las órdenes de ataque se hallaban en marcha. De no mediar esos hechos fortuitos, se habrían desatado conflagraciones propias de la era moderna. Un alcance y un poder de fuego sin precedentes habrían, sin duda, cambiado el destino del subcontinente y alterado el tablero geopolítico... + Leer noticia completa
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