Era británica, de familia judía, la cabellera negra y voluminosa. Era un personaje salido de alguna revista de época pero cuando se ponía a cantar, de Amy Winehouse brotaba un alma negra, un llanto del blues y del soul que conectaba directo con las grandes voces femeninas y afroamericanas de la historia. Eso la hizo única y a 10 años de una muerte demasiado temprana, el mundo la recuerda como lo que fue: un talento sin igual que convirtió... + Leer noticia completa
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