Por: Rafael Archondo El único vestigio de Marx en La Habana es el gran auditorio que lleva su nombre. Me entero que ni siquiera fue construido por Castro, sino que le resultó más cómodo cambiarle el letrero al sitio, el previo teatro Blanquita. Recuerdo que cuando Filemón Escóbar estuvo por ahí, soltó una broma cifrada para bolivianos: “Igualito al Monje Campero”. No tendría que ser así. Marx debiera estar ahora mismo sentado en... + Leer noticia completa
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