Más de una voz, a manera de advertencia ha definido a La Paz como una ciudad “insufrible”. Y méritos no le faltan: a la llegada es probable que empiece el mal de altura (sorojche) y sus diversas complicaciones. No será extraño que la “bienvenida” sume bocinazos, bulla, esmog y trancaderas vehiculares, agravadas por algún bloqueo de sus infaltables protestas sociales. Además, normalmente, se nota la tensión que prima en sus... + Leer noticia completa
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