Cuando tenía once años, Lisa Brennan-Jobs se animó a preguntarle a su padre, el magnate informático y cofundador de Apple, Steve Jobs, si había bautizado a la precursora de la Macintosh que la empresa había lanzado días después de su nacimiento como “Lisa” en su honor, pero él le respondió que la inspiración había sido una vieja ex novia. Aquella desilusión infantil condensa el aire de confesión, denuncia y reconciliación... + Leer noticia completa
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