La rabia y las lágrimas cubren sus rostros, gritan su cólera entre los escombros todavía humeantes de la unidad coronavirus del hospital de Nasiriya, en el sur de Irak. Sus primos, sobrinos o vecinos murieron en el incendio que dejó 64 muertos el lunes por la noche. Vinieron para curarse y salen en féretros, clama un hombre desesperado, Abu Nur al Shawi, que perdió a varios miembros de su familia. Este hangar no servía ni para... + Leer noticia completa
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