El taumaturgo reunía a miles de personas a su alrededor. De origen humilde, sus desgastadas sandalias lo ratificaban. Seducía a sus seguidores con su facilidad de palabra y acciones extraordinarias. Muchos se sentían salvos y jubilosos al sólo tocar la vestimenta de aquellos. Él multiplicaba panes y peces. No permitía que sus coetáneos mueran de hambre. Devolvía la vista a los ciegos y la vida a los muertos. Asimismo, la esperanza y la... + Leer noticia completa
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