Joaquín Ayma / Mientras los vecinos de Cala Cala (Cochabamba) en pantuflas, para impedir el paso de los vehículos, amarran una pita de un poste a otro y para no tener que asolearse ponen en la calzada los juguetes de sus hijos, una compleja maquinaria comenzaba a activar una sofisticada red de conspiración que incluía a dueños de medios de comunicación, hackers, miles de armas, espías y millones de dólares. Unos graciosos muñecos de... + Leer noticia completa
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