Las balas que lo mataron llevarían inscripto un nombre que no era el suyo. Una vez disparadas, esas tres balas (dos ingresaron a su cabeza, la restante hizo blanco en el centro del pecho) obedecían a una certeza impropia: no les importa a quién son dirigidas, no obedecen argumento alguno; solo buscan asesinar. Y así fue cómo Facundo Cabral cayó muerto a los 74 años, por estar donde no debía, en el sitio en el cual no lo esperaban, por... + Leer noticia completa
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