Andrea Martínez no es la única, pero representa muy bien a los ahijados del poder. Son esa clase de militantes furibundos que, a falta de argumentos, usan el poco poder que tienen entre manos para mostrar superioridad, para aplastar al enemigo, para saltarse las normas. Cuando son descubiertos cometiendo infracciones, lejos de pedir disculpas o renunciar a sus cargos, como ocurriría en otros países del mundo, en Bolivia exhiben su... + Leer noticia completa
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