Iba por el mundo buscando la mejor comida. Eso, comida. Porque hablar de mejores platos no sería correcto. A veces, consideraba, esa comida no venía presentada en fina vajilla, emplatada. A veces se comía con la mano o desde bandejas plásticas, servilletas o platos de cartón. Los restaurantes con estrellas Michelin, pero, también, los puestos callejeros o las casa de familia. Sin prejuicios. Anthony Bourdain fue el enfant terrible de... + Leer noticia completa
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