Cuentan las malas lenguas que en el equipo económico del Gobierno boliviano existe un grupo de oración. Todas las noches, después del expediente, se juntan, tiernamente se toman de la manos y rezan; lanzan conjuros, hacen milluchadas, entierran sullus, realizan siete fumarás poderosas, invocan a San Lenin y gritan mantras para que suban los precios del petróleo y/o los minerales en el mercado internacional. Los destinatarios de todos estos... + Leer noticia completa
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